viernes, 10 de julio de 2009

Desde otro lugar, por Pablo de Bartolo


En el día de la patria nos llegó una reflexión de un participante de la charla del CEAREM. La tierra, el lugar y lo que hacemos son observados por la mirada atenta de Pablo de Bartolo, editor de la revista Nautilus. Vale la pena compartirla:



"A menudo surgen en la realidad situaciones que requieren nuestra atención, y lamentablemente suelen ser éstas negativas, cuando no extremas. Entonces la sociedad, o un sector de ella –casi siempre el perjudicado- se moviliza y “toma cartas en el asunto”, haciéndolo con la energía y fuerza que el dolor despierta.
En este caso, y a pesar de lo doloroso e irreversible del mismo debemos, sin dejar de lado lo ocurrido, hacer una lectura capaz de abarcar la escena completa del problema. No es casualidad ni algo aislado que personas –en este caso evidentemente organizadas- arrojen veneno en la vía pública para eliminar perros. Esto vuelve a mostrarnos las caras más nefastas de la sociedad. Yo voy a detenerme en dos de ellas.
Por un lado hay que reconocer que como sociedad estamos lisa y llanamente enfermos. Hemos llegado a un grado de morbosidad y pereza intelectual-espiritual que ante una situación que nos supera, lo primero que hacemos es eliminarla. El facilismo macabro suele ser la primera respuesta. Ante más inseguridad, más policías, más cárceles, pena de muerte. Ante la superpoblación canina sin dueños en la vía pública, veneno. E importa un carajo las consecuencias. No sólo no razonamos, sino que no nos mueve un solo pelo. Entonces el problema es global y netamente humano –como condición-.
Y por otro lado tenemos la inoperancia –siendo asquerosamente bien pensado-de las “autoridades”, en este caso estatales. El pasado viernes 3 de julio, en una charla-¿debate? convocada por el CEAREM, se monologó sobre el tema. La función del Estado debe ser, en una democracia bien entendida, el cuidado y la preservación de la especie humana. Claramente, el orden mundial ha troncado esta función, y la ha derivado solo a los intereses económicos de una parte de esta, desde lo comercial a lo turístico. Ya no importa la salud física o psicológica de las personas. La respuesta a los reclamos suelen ser sarcasmos, como la contaminación que los excrementos animales producen -¡ja ja ja!- o los destrozos en la vía pública. O sea, varios perros contaminan más que un basural o planta de tratamientos cloacales a cielo abierto, entre muchas otras en la ciudad.
Creo que el debate, a esta altura, debe surgir desde otro lugar, el popular, donde podamos encontrar posibles soluciones. Desde nuestro lugar civil lo merecemos, es nuestro derecho. Y desde el otro lugar –el oficial- debe surgir respuestas eficientes, sin pedir ya creatividad.
Como reflexión final nosotros, como sociedad, necesitamos plantearnos hacia donde queremos ir. La respuesta está en nosotros.


Pablo De Bartolo.
D.N.I.: 28.627.174"

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